Shakespeare&Company es uno de los templos
literarios más famosos del planeta. En 1951, el americano George Whitman abrió
en un edificio del siglo XVII (un antiguo convento) de la Rue de la Bûcherie de
París una pequeña librería especializada en literatura anglosajona. Aunque
mucho antes, en 1919, ya existió un Shakespeare&Co, el de Sylvia Beach, a
la que Whitman quiso homenajear llamando a su nuevo establecimiento con este mismo nombre. El Shakespeare&Co de Sylvia Beach fue el de Hemingway,
Joyce o Fitzerald. El de Whitman es el de Martin Amis, Ginsberg o Cortázar.
Escenario de algunas películas como Midnight in Paris. Aquí, Hawke y Delpy molando mucho en Before Sunset, segunda peli de la trilogía Before. Altamente recomendables. |
Historias y curiosidades del lugar a parte, que
tiene muchas y se pueden encontrar todas en su web, he
visitado esta librería en dos ocasiones. París es la ciudad de la literatura
por excelencia, casi en cualquiera de sus calles se puede encontrar una
librería, la mayoría de ellas, muy especiales y únicas, cargadas de historias e
historia.
Esta pequeña librería a orillas del Sena ha sido el
refugio de muchísimos jóvenes escritores a los que se les daba cobijo a cambio
de trabajar unas cuantas horas vendiendo o colocando libros, posibilidad que
todavía sigue brindando a los espíritus curiosos que quieran adentrarse en el
universo paralelo que es este rincón legendario de la urbe.
Shakeaspeare&Co se ha convertido en un lugar de
peregrinaje para aquellos que aman los libros. He viajado a París en dos ocasiones
y las dos veces la he visitado acompañada de personas diferentes, en épocas de
mi vida distintas.
Recuerdo que la primera vez era verano, hacía mucho
calor y nos costó mucho encontrarla a pesar de no estar en un lugar del todo
escondido. Tratándose de uno de los santuarios literarios de Europa, no esperas
que sea tan pequeño. La fachada, de color verde, está adornada con un letrero
que reza Shakespeare and
Company y una fotografía de
su máxima inspiración, el dramaturgo inglés más famosos de todos los tiempos.
El lugar está plagado de gente. Me imagino cómo fue
en su día y cómo es ahora y entiendo que la esencia no es la misma, aunque ese
recuerdo pasado sea la principal fuente de motivación para quien la visita.
En la calle hay estantes con libros de segunda mano
que los visitantes ojean. En mi segunda visita es invierno y un chico y una
chica cantan canciones con una guitarra. La escena está adorna con unas
bombillas blancas que decoran la calle. El ambiente es festivo y la gente está
tan emocionada como nosotras.
Dentro, la librería está abarrotada de libros. Los
pasillos son estrechos y la gente se agolpa mientras mira los estantes. En cada
esquina, hay un detalle que recuerda a tiempos pasados, cuando el lugar no era
famoso y los escritores lo visitaban con asiduidad. Cuadros, fotografías
enmarcadas, notas que dejan los visitantes sobre un muro, mensajes poéticos en las paredes, lámparas antiguas que
cuelgan del techo y máquinas de escribir. El espacio es pequeño, pero está
aprovechado al máximo. La librería parece un decorado en el que cada objeto está
colocado con premeditación.
Explorando sus pasillos, uno siente que camina por un plano en miniatura de la ciudad de la luz, como si formase parte de algo muy grande e importante, sintiéndose al mismo tiempo insignificante rodeado de tanta grandeza, de la esencia de unos personajes que han conformado la literatura tal y como hoy la conocemos.
En el piso de arriba, después de subir unos
escalones muy transitados por los que solo cabe una persona, hay una habitación
con bancos pegados a los estantes de las paredes, porque en esta librería no
hay ni un solo muro que no esté forrado con libros y, enfrente, una ventana
grande con unas vistas increíbles de Notre Dame y el Sena.
Notre Dame y Allen Ginsberg te miran desde la ventana. |
En la habitación todo está en silencio y los turistas,
que se adivinan gracias a las gafas de sol apoyadas sobre la cabeza y las
cámaras colgadas en el cuello, leen sus libros callados. En esta librería se
puede oler el postureo desde el
minuto uno. Se ha convertido en un enclave turístico y se intuye en la actitud
de sus visitantes que, quizá, al estar en el mismo espacio que ocupan todos
esos escritores, quieren sentirse más en consonancia con el ambiente que se
respira. La visita pasa a ser un teatro y la actitud un conjunto de gestos
estudiados y medidos, una escenificación que se debe prolongar hasta que uno
vuelve a pisar el mundo real.
Los turistas compran libros y merchandaising como locos y nosotras, que no queremos
pensar en el qué dirán o pensarán, compramos una bolsa de tela para recordar
este día para siempre, para sentirnos partícipes de lo que está pasando allí
dentro. Cuando uno entra en este tipo de lugares, se olvida por un instante de
que todo está rodeado de esa aura de ficción, de los prejuicios que sabe que
tendrá tiempo después.
Aprovechando
el tirón, Shakespeare&Co ha abierto en la misma calle una cafetería y
además, sigue siendo una librería de referencia en cuanto a presentaciones de
nuevas obras de escritores reconocidos, organiza teatros y muchas otras
actividades. ¡Visitadla si tenéis oportunidad!
Todas las fotos son de mi querida Raquel López (@chicapop19 en instagram) que me acompaño en mi segunda visita y hace unas fotos preciosas.
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