La creatividad es un concepto con el que he estado
en continuo conflicto desde pequeña. Nunca me he considerado una persona
creativa, pero con los años me he dado cuenta de que no se trataba de mí, de
que el problema no era mío ni iba conmigo, sino que era cosa del resto, de cómo se entiende
la vida ahí fuera.
La realidad del asunto es que he sido, hemos sido y somos educados
para creer que no somos seres creativos, ni tan siquiera planteárnoslo. Nos ha
enseñado a pensar que de la creatividad no se puede vivir, que trabajar y
ganarte la vida con lo que te gusta es una ensoñación, un delirio de juventud,
de inmadurez. Y los hemos interiorizado muy bien. Nos lo creemos, nos tragamos
el cuento hasta el punto en que nos convertimos en personas inseguras e incapaces que piensan que lo que hacen y son no
es lo suficientemente bueno para mostrarlo al mundo, que no podemos aportar
nada nuevo.
No nos enseñan a estimular nuestra faceta creativa y, como
consecuencia, no sabemos que se basa en un proceso que todo ser humano puede
llevar a cabo si se lo propone. Entendemos la creatividad como una cualidad
innata que viene de nacimiento, algo de lo que solo son merecedores unos pocos
privilegiados. Illuminati a los que la inspiración atraviesa
como un rayo de luz que los posee, cuando en realidad, la inspiración y la
creatividad son procesos largos y trabajosos que se dan gracias al esfuerzo
continuo y al empeño diario.
Paciencia. |
Nos han hecho creer que todo lo que aprendemos debe tener una
aplicación práctica inmediata y se valoran los conocimientos técnicos por
encima de la capacidad de improvisación, de imaginar, de soñar. Aunque, la
verdad es que no existirían conocimientos técnicos si no fuese porque alguien,
algún día, en algún momento, los imaginó, creyó en sí mismo y se puso manos a
la obra.
Soy una persona con metas y sueños, como cualquiera, pero lo que está
claro y he ido viendo a lo largo de los años es que en esta sociedad hay
opciones de vida que están aceptadas y normalizadas, mientras que otras se
califican de locura. Probad a observar vuestro entorno, a escuchar las
conversaciones de la gente que os rodea, incluso a vosotros mismos. La gente ve
perfectamente realizable y normal que alguien se quiera dedicar a la medicina,
a la abogacía o a la ingeniería, pero solo tenemos que observar las reacciones
que debe soportar cualquiera que tenga claro que quiere dedicar su vida a una
profesión con tintes artísticos (sea la que sea). Nos sentimos cómodos en la
seguridad, en la normalidad, en lo correcto y aceptado. Cualquier novedad o
salida de la norma causa miedo y desconfianza. Y ojo, que no digo que una
profesión más "normalizada" o "aceptada" no pueda ser sometida a la innovación.
Siempre me ha gustado escribir, lo hago desde pequeña. A los 23 años y
después de diferentes intentos y equivocaciones (que a veces pienso que
hubiesen sido menos numerosas si el sistema educativo fuese distinto),
empiezo a conocerme, a mirar dentro de mí, a saber hacia dónde quiero encaminar
mi vida y a entender que la creatividad es una herramienta necesaria en
cualquier profesión, ya que sin ella, sería imposible el surgimiento
de nuevas iniciativas y proyectos.
En mi búsqueda y entendimiento de este maravilloso concepto me he
encontrado por casualidad con este libro de Austin Kleon: Aprende a promocionar tu trabajo.
10 recursos para artistas, diseñadores y creativos. Kleon indaga sobre
cómo podemos promocionar nuestro trabajo, cómo podemos dar a conocer nuestro
progreso sin que nuestro público acabe odiándonos, cómo hacer nacer las ideas y sobre todo, cómo no rendirnos en el intento.
La creatividad es un proceso infinito. |
De este librito, con una preciosa edición que corre a cargo de la editorial Gustavo Gili, he extraído ideas que, a simple vista, parecen muy lógicas y básicas, pero que al verlas escritas me han mostrado un mar de posibilidades y lecciones imprescindibles y preciosas. A veces pienso que tú no encuentras a los libros, sino que ellos te encuentran a ti.
Aquí os dejo algunos puntos que he encontrado
interesantes y que creo que pueden servir de pretexto para que os animéis a
leer esta obra tan especial.
1. Todos tenemos nuestra faceta creativa y somos capaces de idear
conceptos nuevos e increíbles. Y no dejéis que os digan lo contrario.
2. El trabajo creativo es un proceso sin fin.
3. Comparte tu trabajo. No seas egoísta, enseña lo que sabes hacer.
4. Crea redes de gente que se dedique a lo mismo que tú, conversa con
gente con tus mismos gustos. Aliméntate de los demás. Ellos aprenden de ti y tú
de ellos. Búscalos en los lugares adecuados.
El ciclo de la gente que mola. |
5. Comparte tus gustos para darte a conocer e inspirar tu propio trabajo.
6. Al espectador le interesa saber cómo creas, cómo llevas a cabo el
proceso, incluso más que el producto final.
7. El público conecta con el fallo, el intento y la frustración. No
olvides que son seres humanos que también se equivocan y que ya no se lleva eso
de concebir al artista como un ente todopoderoso y perfecto.
8. Cuenta historias personales, que te toquen, que te importen. Quien
se interesa por lo que haces quiere sentirse identificado con lo que creas.
Conecta con la gente.
¡Espabila! No vas a estar aquí para siempre. |
9. Nunca creas que sabes demasiado. Nunca se aprende lo suficiente.
Estas son solo algunas de las ideas que me han parecido más
interesantes y que he ido anotando mientras leía, pero hay muchas más dentro que
os animo a que descubráis.
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